Constructivismo: visión del aprendizaje que sostiene que los alumnos desarrollan su propia comprensión acerca del mundo, en lugar de obtenerla provista por otros (en la mayoría de los casos, los docentes) de forma previamente organizada. Ubica al alumno en el centro del aprendizaje.
Extraído de: “Calidad de la enseñanza en tiempos de cambio” de Alvaro Marchesi y Elena Martín
La concepción constructivista de la enseñanza y el aprendizaje considera que la comprensión de los procesos educativos exige una aproximación que desborda el ámbito meramente psicológico y precisa un marco interdisciplinar de la educación como la sociología o la didáctica. Sería pues una confluencia entre perspectivas teóricas, psicológicas y educativas, y el conocimiento generado en el análisis de la práctica, y más en concreto en la interacción entre estas dos grandes fuentes, lo que configuraría el marco de referencia de la concepción constructivista.
Principio básico de esta concepción: a partir del cual se vertebran el resto de los postulados es que para la comprensión y la explicación de los procesos de enseñanza y aprendizaje es preciso utilizar como unidad de análisis la interactividad que se produce entre el profesor, el alumno y el contenido de aprendizaje. Sólo la consideración de los elementos que aportan cada uno de estos tres vértices del triángulo interactivo, y lo que es más importante, de la interacción que entre ellos se produce puede permitirnos entender cómo mejorar y hacer más eficaces los procesos de enseñanza y aprendizaje.
El alumno y la construcción del conocimiento: desde una concepción constructivista del aprendizaje escolar se entiende este como un proceso de modificación, ampliación y enriquecimiento de los esquemas de conocimiento del alumno como consecuencia de la actividad mental que la instrucción provoca. La idea del alumno como un sujeto activo es pues inherente a esta manera de entender los procesos de aprendizaje en general, y los aprendizajes escolares en particular.
En la evolución de la concepción constructivista se observa el peso cada vez más importante adjudicado a los factores afectivos y emocionales en la construcción del conocimiento, en un intento de superar el dualismo cognitivo−afectivo, y la integración cada vez mayor de los conocimientos psicológicos con las restantes disciplinas de la teoría de la educación.
“… la concepción constructivista nos demuestra que el aprendizaje escolar es el resultado de un proceso complejo de intercambios funcionales que se establecen entre los elementos: el alumno que aprende, el contenido que es objeto de aprendizaje y el profesor que ayuda al alumno a construir significados e a atribuir sentido a lo que aprende. Lo que el alumno aporta al acto de aprender, su actividad mental constructiva, es un elemento mediador entre la enseñanza del profesor y los resultados de los aprendizajes a los que llega. De manera recíproca, la influencia educativa que ejerce el profesor a través de la enseñanza es un elemento mediador entre la actividad mental constructiva del alumno y los significados que vehiculan los contenidos escolares. La naturaleza y las características de estos contenidos, por último, hacen a su vez de mediadores de la actividad que el profesor y los alumnos desarrollan sobre ellos”. (Coll, 1996b, p.70)
Extraído de: “Calidad de la enseñanza en tiempos de cambio” de Alvaro Marchesi y Elena Martín
La concepción constructivista de la enseñanza y el aprendizaje considera que la comprensión de los procesos educativos exige una aproximación que desborda el ámbito meramente psicológico y precisa un marco interdisciplinar de la educación como la sociología o la didáctica. Sería pues una confluencia entre perspectivas teóricas, psicológicas y educativas, y el conocimiento generado en el análisis de la práctica, y más en concreto en la interacción entre estas dos grandes fuentes, lo que configuraría el marco de referencia de la concepción constructivista.
Principio básico de esta concepción: a partir del cual se vertebran el resto de los postulados es que para la comprensión y la explicación de los procesos de enseñanza y aprendizaje es preciso utilizar como unidad de análisis la interactividad que se produce entre el profesor, el alumno y el contenido de aprendizaje. Sólo la consideración de los elementos que aportan cada uno de estos tres vértices del triángulo interactivo, y lo que es más importante, de la interacción que entre ellos se produce puede permitirnos entender cómo mejorar y hacer más eficaces los procesos de enseñanza y aprendizaje.
El alumno y la construcción del conocimiento: desde una concepción constructivista del aprendizaje escolar se entiende este como un proceso de modificación, ampliación y enriquecimiento de los esquemas de conocimiento del alumno como consecuencia de la actividad mental que la instrucción provoca. La idea del alumno como un sujeto activo es pues inherente a esta manera de entender los procesos de aprendizaje en general, y los aprendizajes escolares en particular.
En la evolución de la concepción constructivista se observa el peso cada vez más importante adjudicado a los factores afectivos y emocionales en la construcción del conocimiento, en un intento de superar el dualismo cognitivo−afectivo, y la integración cada vez mayor de los conocimientos psicológicos con las restantes disciplinas de la teoría de la educación.
“… la concepción constructivista nos demuestra que el aprendizaje escolar es el resultado de un proceso complejo de intercambios funcionales que se establecen entre los elementos: el alumno que aprende, el contenido que es objeto de aprendizaje y el profesor que ayuda al alumno a construir significados e a atribuir sentido a lo que aprende. Lo que el alumno aporta al acto de aprender, su actividad mental constructiva, es un elemento mediador entre la enseñanza del profesor y los resultados de los aprendizajes a los que llega. De manera recíproca, la influencia educativa que ejerce el profesor a través de la enseñanza es un elemento mediador entre la actividad mental constructiva del alumno y los significados que vehiculan los contenidos escolares. La naturaleza y las características de estos contenidos, por último, hacen a su vez de mediadores de la actividad que el profesor y los alumnos desarrollan sobre ellos”. (Coll, 1996b, p.70)
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